
A las cinco de la mañana han sonado los despertadores, luego viajecito en metro y en tren hasta el aeropuerto.
La verdad es que todo ha ido muy rápido porque a las siete de la mañana estábamos de nuevo en la zona del hostal para desayunar. Teniendo en cuenta que teníamos que hacer tiempo para cambiarnos de habitación, ya nos merecíamos una habitación doble, nos hemos ido a desayunar a una cafetería que tenía internet y así matábamos algo de tiempo.
Tras el desayuno, hemos vuelto para arreglar lo de la habitación, con alguna complícación por el tema de las sábanas. Luego hemos decidido descansar un poco antes de salir a dar una vuelta por la ciudad (tampoco nos queda mucho por ver). La verdad es que ya tenía ganas de compartir un rato relajado con mi compañero, lo necesitaba.
Justo al mediodía nos hemos ido a pasear. Ha sido curioso ver a esos niños jugando en el parque, con sus monos de esquiar y correteando como si hiciera un tiempo agradable. Evidentemente los suecos son muy funcionales. ¡Me gustan!
Caminando hemos llegado hasta la ciudad vieja, allí hemos comido en un restaurante cercano al de ayer, por no repetir, económicamente no era tan asequible, pero nos hemos portado muy bien el resto de los días.
Después, como seguíamos sin estar muy despiertos, hemos vuelto al hostal. Antes hemos parado en una tienda para comprar una película. ¡Qué extraño aquí este tipo de cosas están más baratas que en España! Al final hemos comprado "La Zona". Es mejicana, así que, aunque no entendamos los subtítulos, sí entenderemos la lengua que hablan.
La película pensábamos que quizás podríamos verla en la habitación, pero no ha sido el caso. Eso que nos llevamos de recuerdo del viaje, curioso, desde luego.
A las cinco de la tarde estábamos tumbados en la cama, dispuestos a relajarnos y preparados para meternos otro madrugón para el cuerpo.
Disfrutamos de algo de televisión en inglés y a las nueve de la noche caímos como benditos.
